Esta semana recibí un mensaje de LinkedIn donde un internauta exponía "20 sabios consejos del Dalai Lama" (se pueden encontrar con Google). En general, los consejos destilan bondad y sabiduría hasta tal punto que todos los comentarios leídos en internet al respecto eran de total adhesión; como las votaciones "a la búlgara": 100% de aprobación. Es habitual que cuando una autoridad moral afirma algo, la gente de forma automática, se posiciona a favor, sin que exista una lectura crítica al respecto. Sin embargo, discrepo de 3 consejos, y hoy expondré por qué no estoy de acuerdo con el Nº 18: "Juzga tu éxito según lo que has sacrificado para conseguirlo".
Según este aforismo, tiene más valor algo si lo hemos conseguido con mayor sacrificio, que implica alguna o todas de las siguientes cosas: dolor, esfuerzo, cansancio, penosidad, peligrosidad, privación, etc. Si no interpreto mal al "gurú tibetano", existe más éxito en un parto largo y doloroso que en otro corto y realizado con anestesia epidural. Tiene más valor la obtención de un titulo académico si el estudiante reside a 100 km de su colegio y tiene que madrugar mucho. Es más valiosa una cosecha si ha sido cultivada con bestias que si se ha usado un tractor y es más meritorio que te extraigan una muela sin anestesia.
Particularmente, no veo sabiduría alguna en lo anterior. Más bien aprecio una filosofía cruel donde es admirable el sacrificio, el dolor y la sangre. El cristianismo siempre ha preconizado el valor del ascetismo y del martirio como algo moralmente admirable y, por lo visto, el budismo tibetano tampoco se libra de este paradigma.
Una de las mayores conquistas de la humanidad ha sido precisamente reducir el sacrificio. Admiro la ciencia médica porque nos permite tratar enfermedades con el menor sufrimiento y dolor posibles. Admiro a los físicos e ingenieros porque diseñan y construyen aparatos y máquinas que nos hacen la vida más cómoda.